Trastornos de la Conducta Alimentaria: la importancia de la labor del nutricionista.
Cuando se desencadena el síndrome, algunos hábitos previos considerados saludables como cuidar la alimentación, practicar ejercicio físico o tomar más líquidos, se vuelven cada día, más y más exagerados, llegando a ser compulsivos.
Los pacientes con TCA desarrollan una actitud de rechazo hacia los alimentos en el subtipo restrictivo, evitando alguna de las comidas del día y llegando al ayuno completo con frecuencia. Acumulan conocimientos sobre alimentación y dietética, pero son incapaces de aplicarlos para realizar una alimentación correcta y razonable. Cumplen con rituales muy particulares relacionados con la comida, como realizar una masticación lenta, cortar la comida en porciones muy pequeñas, quitar la grasa de los alimentos incluso estrujándolos, comer en continua AF, rehusar comer en compañía, etc. El consumo de alimentos es muy heterogéneo aunque, en general, existe una ingesta elevada de frutas y verduras y minoritaria de grasas, leguminosas, carnes y pescados. Sin embargo, la exclusión del menú de la carne y los productos lácteos supone la eliminación de las principales fuentes de hierro y calcio, respectivamente. Esta eliminación puede llegar a ser muy perjudicial, teniendo en cuenta la edad en la que se encuentran y las consecuencias que puede tener para su salud el evitar la ingesta de micronutrientes esenciales para el crecimiento y el buen funcionamiento de muchos mecanismos fisiológicos. También existe una mayor aversión hacia los dulces, el azúcar, el chocolate, los postres dulces y los zumos de frutas azucarados. A pesar de todo ello, los patrones individuales son muy diversos, tanto en la elección de alimentos como en la actitud en cuanto a los horarios y reglas que se autoimponen para las comidas. La desorganización alimentaria es una característica en anorexia y en pacientes bulímicos, manifestándose sobre todo con el abuso del “picoteo” y los “atracones”. Este tipo de episodios pueden durar hasta 72 horas. Generalmente, los atracones se realizan cuando están a solas y para ello recopilan gran cantidad de alimentos, aunque una particularidad es la de ingerir alimentos fáciles de tragar y de alto contenido calórico, como galletas, patatas fritas, helados y chucherías, llegando incluso a ingerir 6.000 kcal en un periodo de tiempo inferior a dos horas, y a consumir productos como alimentos para mascotas o alimentos congelados. Los pacientes abusan con frecuencia de algunos medicamentos sin prescripción como laxantes, supresores del apetito, diuréticos y fármacos que inducen el vómito, con objeto de controlar el peso, en especial cuando el paciente siente que las dietas restrictivas no cumplen el efecto deseado, o cuando son habituales los atracones con el consiguiente aumento de peso.
Evaluación nutricional de las dietas autoimpuestas.
Las dietas autoimpuestas, en general, se caracterizan por:
• Alto aporte calórico de proteínas (superior al 20% del VCT), moderado de lípidos y muy bajo de HC.
• Consumo de fibra inferior a las recomendaciones.
• Deficiencias de minerales, especialmente de calcio, hierro, magnesio y cinc.
• En general, las deficiencias de vitaminas más frecuentes son las de vitaminas D, E piridoxina. Aunque también se pueden encontrar deficiencias de tiamina, riboflavina y niacina que se suelen atribuir al alto porcentaje de pacientes vegetarianas.
Tratamiento nutricional.
La finalidad del tratamiento de los TCA en general es:
• Tratar las complicaciones físicas de la enfermedad.
• Conseguir un peso que no ponga en riesgo la salud (en pacientes con AN).
• Proporcionar educación nutricional para instaurar un comportamiento alimentario saludable.
• Normalizar los aspectos psicológicos de la persona incluyendo la actitud ante la alimentación y la aceptación del propio cuerpo, el estado de ánimo y la autoestima.